jueves, 2 de junio de 2022

SER TODOS UNO


 En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: "Padre santo, no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también lo sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me has amado a mí.
Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo donde yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas, antes de la fundación del mundo. Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté con ellos, como también yo estoy con ellos."

"El impacto que produce una familia o una comunidad unidas es muy fuerte, puede fascinar y seducir, hasta convertirse en una fuerza provocadora. Jesús estaba convencido de ello, por eso, en la oración sacerdotal insiste al Padre que sus discípulos sean uno. Pero esa unidad no procede de una simple buena voluntad por estar unidos, sino que procede de la comunión íntima de amor entre el Padre y el Hijo, que hace posible la unidad con cada uno de los creyentes y entre ellos. ¿Cómo hacer para que nuestras familias, comunidades y parroquias superen las divisiones, los enfrentamientos y haya más unidad? Quizá ya estamos cansados de intentarlo con muchos métodos psicológicos y sociológicos y ver que los buenos propósitos poco a poco se vuelven a diluir. Jesús va mucho más allá, nos revela la unidad que él nos pide procede de vivir en profunda comunión con el Padre y el Hijo; ese amor es el que nos une de verdad. ¿Cómo vivirlo? No hay otro camino que el de la fe, que nos convierte el corazón, nos purifica de tantas ambiciones, egoísmos y codicias para dar paso a la aceptación del otro, a la acogida de lo diferente, al diálogo, al discernimiento, a la pluralidad y a la profunda unidad de fe y amor.
El evangelio a veces parece utópico, pero no es así. Lo leemos en esta clave cuando perdemos la convicción del poder de la Palabra y de la gracia de Dios en nuestras vidas y en el mundo en el que vivimos. Necesitamos volver a creer para entrar en la comunión que hace posible la unidad. Entonces seremos capaces de sufrir los duros efectos de buscar la unidad en medio de la pluralidad y, a pesar de todo, ser portadores de paz, perdón, lucidez, generosidad y amistad." (Ciudad Redonda)

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