Mientras Jesús decía estas cosas, una mujer gritó de en medio de la gente:
– ¡Dichosa la mujer que te dio a luz y te crió!
Él contestó:
– ¡Dichosos más bien los que escuchan el mensaje de Dios y le obedecen!
Hace pocos días comentábamos ya este evangelio. Es bueno recordar el ejemplo de María. Ella cumplió siempre la voluntad de Dios y guardaba todas las cosas en su corazón. Eso es lo que nosotros debemos hacer si queremos considerarnos hermanos y discípulos de Jesús.
"Dice Jesús en el Evangelio de Mt: “El que hace la voluntad de mi Padre que me envió, ese es para mí mi hermano, hermana y madre”. Cumplir la Palabra (Lc 11, 27-28) es hacer la voluntad de Dios.
María sin duda hizo la voluntad del Padre; su SÍ a Dios fue el hilo conductor de toda su vida. Por eso es más para María ser discípula de Cristo que haber sido Madre de Cristo. Como decían los Padres de la Iglesia: María concibió en la fe antes que hacerlo en su seno.
María es el signo del “nuevo estilo de vida”. Ella fue la que escuchó e hizo lo que Dios le pidió sin titubear ni vacilar. Desde la Encarnación al Calvario su vida fue un SI a la voluntad de Dios que se manifestó en diferentes y variadas circunstancias y situaciones. La vida de María se resume en un inicial y permanente SI a la voluntad de Dios.
¿Cómo vivió María la voluntad de Dios?
- María creyó que lo aparentemente imposible se realizaría en ella. María cree sin dudar, por encima de toda apariencia, porque para Dios todo es posible.
- María después de conocer lo que Dios haría, se entrega en forma absoluta a los planes de Dios. “Hágase en mi según tu Palabra”.
- María dijo: “He aquí la esclava del Señor”. Ella es la mujer humilde y dócil, para que se haga en ella todo lo que Dios quiera. Dios vio la humildad de su esclava e hizo granes maravillas por Ella.
La voluntad de Dios es una voluntad amiga, benévola que quiere nuestra realización como una respuesta de amor a su amor, para convertirnos en instrumentos del amor divino al servicio de los demás. Hacer la voluntad de Dios no anula, sino que realiza, no quita sino que da, no disminuye la libertad, sino que la potencia y la hace más autónoma. Por eso dice Jesús “Bienaventurados”, felices, dichosos… los que cumplen la voluntad de Dios.
En Panamá, el Papa Francisco, invitando a imitar el sí de María decía a los jóvenes: “Le podemos decir con confianza de hijos: María, la “influencer” de Dios. Con pocas palabras se animó a decir “sí” y a confiar en el amor, a confiar en las promesas de Dios, que es la única fuerza capaz de renovar, de hacer nuevas todas las cosas. Y todos nosotros hoy tenemos algo que hacer nuevo adentro, hoy tenemos que dejar que Dios renueve algo en mi corazón. Pensemos un poquito: ¿Qué quiero yo que Dios renueve en mi corazón?”"
(José Luis Latorre cmf, Ciudad Redonda)
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