domingo, 22 de octubre de 2023

DAR ADIOS Y AL MUNDO LO QUE LES CORRESPONDE

 

Después de esto, los fariseos se pusieron de acuerdo para sorprender a Jesús en alguna palabra y acusarle. Así que enviaron a algunos de los partidarios de ellos, junto con otros del partido de Herodes, a decirle:
– Maestro, sabemos que tú siempre dices la verdad, que enseñas de veras a vivir como Dios manda y que no te dejas llevar por lo que dice la gente, porque no juzgas a los hombres por su apariencia. Danos, pues, tu opinión: ¿estamos nosotros obligados a pagar impuestos al césar, o no?
 Jesús, dándose cuenta de la mala intención que llevaban, les dijo:
– Hipócritas, ¿por qué me tendéis trampas? Enseñadme la moneda con que se paga el impuesto.
Le trajeron un denario, y Jesús les preguntó:
– ¿De quién es esta imagen y el nombre aquí escrito?
 Le contestaron:
– Del césar.
Jesús les dijo entonces:
– Pues dad al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios.

Hoy es el Domingo Mundial de las Misiones (DOMUND). A eso se refiere el primer vídeo que os propongo.

"A Jesús le quisieron liar, buscaban acusarle con sus propias palabras. Si decía pagad el impuesto, los revolucionarios podían acusarle de colaborar con los romanos. Si decía no paguéis, le podían acusar los herodianos de revolucionario. Y no se podía responder, como en las encuestas, no sabe, no contesta.
Jesús nos hace una invitación muy concreta. Yo cambiaría el orden. Primero, dar a Dios lo que es de Dios. Reconocer que está en nuestras vidas, que sin Él podemos hacer poco, o nada, y que necesitamos su apoyo. Y después, desde esta clave, mirar al mundo de otra manera. Cada cosa en su sitio, a cada cosa su momento y su importancia. Lo serio, con seriedad. Las cosas alegres, con alegría. Y así podremos ser profetas.
Y dar al César lo que es del César, también nos obliga. No estamos fuera de la sociedad, no estamos fuera de la ley. También ahí podemos dar testimonio de vida cristiana, ser profetas. En el ambiente donde nos movemos. Que no se nos olvide que en nuestra vida no puede haber compartimentos estancos. No podemos vivir de 10 a 12 de la mañana como cristianos, de 12 a 2 de la tarde como ciudadanos trabajadores, de 2 a 4 como hijos o padres de familia y por la noche, ya veremos. Como tampoco podemos decir te quiero mucho, mamá, de lunes a jueves. No podemos poner límites a nuestra vida de cristianos. Es decir, no podemos poner límites al amor, a Dios y a los demás.
Y, si nos sirve, siempre podemos volver a los orígenes. Tenemos una buena referencia en la Carta a Diogneto, escrita en el siglo 2 d.C. Allí se describe a los cristianos de este modo: “Los cristianos no se distinguen de los otros hombres ni por nacionalidades, lenguas o costumbres. Viven en ciudades griegas y bárbaras como les ha tocado vivir a los demás, adecuándose a las costumbres del lugar en el vestir, en el comer y en todo en resto, testimoniando una vida social admirable y sin duda paradójica. Viven en su patria, pero como si fueran extranjeros; participan en todo como ciudadanos y de todo están desprendidos como extranjeros. Toda patria extranjera es su patria y toda patria es extranjera. Se casan como todos y tienen hijos, pero no se deshacen de los recién nacidos. Ponen en común la mesa, pero no la cama. Viven en la tierra, pero son ciudadanos del cielo. Obedecen las leyes establecidas y superan las leyes con su comportamiento. En pocas palabras, como el alma está en el cuerpo, así están los cristianos en el mundo” (Carta a Diogneto, V, 1-10; VI, 1.) Que así sea."
(Alejandro Carbajo cmf, Ciudad Redonda)

 

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