Pedid y Dios os dará, buscad y encontraréis, llamad a la puerta y se os abrirá. Porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abre.
¿Acaso alguno de vosotros sería capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿O de darle una culebra cuando le pide un pescado? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en el cielo las dará a quienes se las pidan!
Jesús nos invita hoy a pedir con confianza. Es la oración que llamamos de petición.
Debemos confiar en que Dios nos concederá aquello que pidamos. Pero nuestra experiencia nos dice, que no siempre es así. ¿Es que el Padre no nos ama? Cuando los padres no conceden a sus hijos todo lo que piden, ¿es porque no los aman? Es porque saben que aquello no les conviene. Lo mismo nos pasa con Dios. Él sabe lo que nos conviene y lo que no y, solamente, nos concederá aquello que nos conviene. Dios es Amor y sólo nos dará aquello que es Amor. Así se irá purificando nuestra oración y descubriremos lo que es bueno para nosotros y lo que no.
Confiemos. Él llenará nuestro corazón de Amor.
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