Después de esto escogió también el Señor a otros setenta y dos, y los mandó delante de él, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde tenía que ir.
Les dijo: Ciertamente la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Por eso, pedidle al Dueño de la mies que mande obreros a recogerla. Andad y ved que os envío como a corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa ni monedero ni sandalias, y no os detengáis a saludar a nadie en el camino. Cuando entréis en una casa, saludad primero diciendo: ‘Paz a esta casa.’ Si en ella hay gente de paz, vuestro deseo de paz se cumplirá; si no, no se cumplirá. Y quedaos en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, pues el obrero tiene derecho a su salario. No andéis de casa en casa. Al llegar a un pueblo donde os reciban bien, comed lo que os ofrezcan; y sanad a los enfermos del lugar y decidles: ‘El reino de Dios ya está cerca de vosotros.’
En la festividad de hoy, San Lucas, leemos el pasaje de su evangelio, en el que Jesús envía a setenta y dos discípulos y los manda de dos en dos. No los manda a un trabajo fácil. Dice que van como corderos en medio de lobos. Y además, dice que vayan sin dinero y descalzos. Nosotros hacemos mil planes y buscamos mil recursos para hacer nuestras obras apostólicas. Él los manda sin nada. Portadores de paz, sanado a los enfermos, anunciando el Reino.
Lo repetimos mil veces, pero no llegamos a convencernos: nuestra misión es una misión de paz. Nuestra misión es Dios quien la hace, no nosotros; por eso son inútiles todos los recursos que empleamos. Nuestra misión es curar, eliminar el mal. Nuestra misión es mostrar cercano el Reino; ese Reino en que todos seremos hermanos, en que reinará la paz. El Reino del Amor. Nuestra misión es dejarnos guiar por Jesús.
¡Ah! Y setenta y dos es un número simbólico. Significa TODOS. Todos somos enviados.
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