Os dejo este interesante artículo de Mari Paz López Santos, que puede servirnos para proseguir la reflexión del domingo.
ECLESALIA, 18/10/11.- A punto estaba de decir buenas noches a mi familia, cuando me quedé conscientemente atrapada en un reportaje de Documentos TV -“¿Planeta en venta?”- sobre la compra de tierras en Etiopía a cargo de un empresario hindú.
No es que me pillara de sorpresa y sé que no sólo es en África. Los países más empobrecidos están “en venta” desde hace mucho tiempo y a precio de saldo. Si no lo queremos saber es porque resulta difícil digerir que de sus recursos viene buena parte del denominado estado del bienestar de los países ricos.
Ahora se ha puedo de moda la adquisición de tierras en las zonas más pobres del planeta, como es el caso de Etiopía (comentaron que en ese país todo el mundo pasa hambre) con el fin de controlar en un futuro la producción de alimentos ante una posible crisis alimentaria. Es decir, tener la sartén por el mango para decir quien come y quien no come.
Dicen los medios de comunicación que países de economías emergentes y los habitualmente emergidos están adquiriendo masivamente tierras para explotarlas como producciones agrícolas industriales que desvían el producto a quien mejor pague. ¿Repercute esto en quienes viven o malviven en esas tierras y que además son la mano de obra?
Esa era la pregunta que se formuló en el documental de anoche y que a lo largo de la media hora que duró, me fue dejando una sensación de vómito que no consigo quitarme mientras escribo.
El resuelto empresario hindú había comprado un montón de hectáreas de tierra, se había anexionado un pequeño monte que tiene valor sagrado para los habitantes de la zona y había comenzado su negocio de cultivo de maíz. Salió, ufano, de un super-coche dando instrucciones por el móvil a algún político de la zona pues había que resolver un tema acuciante: los famélicos trabajadores no querían ponerse a trabajar. Su “capataz-mano-derecha” comentó que quería ir estableciendo un estilo de trabajo en donde incentivaría, a base de premios, a los que más recolectaran. Un sistema de trabajo que conocemos bien, vivimos en él: pagas en B, bonus, viajes, pisos, etc.
Mientras, los habitantes de la zona dijeron ante las cámaras, que dependían de la Ayuda Internacional para comer, que repartían raciones para dos o tres personas aunque la familia fuera de ocho o diez. Después de recoger las mazorcas de maíz e irlas metiendo en camiones, uno dijo que “preferiría que algunas se quedaran allí en vez de tener que depender de la Ayuda Internacional”. Por cierto, el maíz es fácil que vuelva al lugar de donde salió convertido en alimento solidario, ya que la Ayuda Internacional es cliente del emprendedor empresario. Confieso que la cabeza me da vueltas y persiste la sensación de vómito.
Pero, he aquí, que vienen a mi mareada cabeza, las palabras de Jesús en el evangelio Mateo 22,15-21: “Pagadle al César lo que es del César…”. Con el denario (la moneda) en la mano podemos decir, sin temor a equivocarnos, que hoy las cosas están llegando a un extremo en que todo se traduce en dinero.
El César es el Dinero y tiene muchas caras. Se ha mercantilizado incluso la Vida de las personas y el César reclama lo que entiende como suyo. Menos mal que Jesús siguió diciendo: “… y a Dios lo que es de Dios”.
Sabemos lo que Dios nos da: la Vida para que la vivamos y no dejemos que nos la secuestren; para que la compartamos y no nos la “despisten” por el camino convirtiéndola en amarillo metal; nos la da para luchar de forma comprometida y solidaria por los más débiles.
Se la devolveremos a través de la oración que nos mantenga en permanente conexión con Él para no desbarrar por el camino, de la acción contra la injusticia, del compromiso con los más débiles, de la generosidad en la acogida, del consuelo a los que más sufre, de la denuncia de los que despojan a otros de medios para vivir dignamente, del cuidado de la naturaleza que es fuente de vida, de la ayuda mutua y comunitaria para fortalecernos contra el permanente ataque del César.
A ver si la sensación de vómito va remitiendo con el antídoto del evangelio y la puesta en marcha por la Vida.
Mari Paz López Santos
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
Es el deseo de ser rico lo que mueve todo este tinglado. Si llegásemos a entender que el ser humano está aquí para evolucionar en el amor todo cambiaría. La riqueza es poder, pero solo una sensación de poder que esclaviza al poderoso y a los que caen en sus garras, pues la verdadera riqueza está en la compasión, en el corazón, pero ¿estamos tan convencidos de esto como para vivir en consecuencia?; evidentemente no es así.
ResponderEliminarA mí la sensación que me produce es de suma vergüenza ajena.Me siento como si fuera un grano de arena ante tales maldades.Quienes son los que especulan siempre con la dignidad y la tierra de los pobres?Los mismos siempre.
ResponderEliminarY luego hay quien dice que si no fuera por ese capital que se "invierte" allí, ni siquiera comerían o se moririan más.
Demos unidos al César gritos para que escuche:"No queremos vuestros manos que han robado el pan de las nuestras"
Besucos y que Dios nos bendiga!!
Gó