En el mes de agosto dedicamos nuestra oración a pedir por las misiones. La Fe es esa pequeña llama que llevamos en lamparitas de barro. Esa pequeña llama, sin embargo, puede ser capaz de encender un gran fuego. Como mínimo, puede encender otro pequeño pabilo en otra lámpara de barro.
La idea misionera no es la del proselitismo. Las misiones no se miden por estadísticas de bautizos o confesiones...
Jesús ha transformado nuestra vida. Es Él quien nos ha encendido la llama. Es nuestra Fe, nuestro Amor de Dios el que transmitirá ese fuego a otros. Es nuestra vida diferente, la que hará que se encienda la llama en los demás.
Pero, además del testimonio, del modelo de una vida, también es necesaria la palabra. No un sermón, un tratado sobre la Fe. Una palabra sencilla en el momento adecuado. Cuando la llama se haya encendido, ya buscará "combustible" para mantenerse encendida...
La llama de la Fe no se impone, ni se protege a base de prohibiciones y condenas. Si colocas la llama dentro de un vaso para protegerla, se consumirá el oxígeno y se apagará. La llama de la Fe necesita la proximidad de otras llamas para revitalizarse y el aceite de la Palabra...
Gracias, Germá Joan Josep, por esa "PROXIMIDAD" a través de LA PALABRA sencilla y COMPASIVA para encender o iluminar nuestras velas y camino.
ResponderEliminar"Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?"(Lucas 24, 32)...déjame caminar a tu lado, Hermano.
ResponderEliminarBona nit Joan Josep
ResponderEliminarAmb aquesta reflexió m´en vaig a dormir.
Que la llama de la Fe no se apague nunca y vaya caminando de nación en nación cual llama olímpica.
Una abrçada germà, Montserrat
Hoy,la comparación con la llama cercana y abierta a las demás llamas me ha "tocado".Incluso si las otras llamas están tiritando o apagadas..pueden tener vida viendo modelos de la misma.
ResponderEliminarBesucos hermano
Gó