"Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra."
Los convecinos de Jesús se molestaron por este comentario. Jesús, además, les muestra cómo Dios en algunos momentos de la historia escogió a personas que no eran de Israel. Se enfadan tanto, que quieren matarlo.
No nos gustan los profetas. Nos molestan. Y si son conocidos nuestros, alguien que vive con nosotros, todavía nos molestan más. Sacamos a relucir sus defectos, que decimos conocer bien. Cuando alguien nos viene hablando maravillas de ellos, nosotros saltamos diciendo: Si yo hablara...Si vivierais con él...Y sacamos una retahíla de defectos, ciertos o imaginados. Olvidamos, que los defectos que vemos en los demás, suelen ser nuestros propios defectos. Los mayores enemigos de los santos, han estado dentro de la misma Iglesia. Los Fundadores de congregaciones religiosas, han tenido problemas con sus propios religiosos. Es que no nos gusta que los más cercanos nos exijan nada, sean mejores que nosotros, nos den lecciones...Cuando el profeta lo tenemos al lado, surge la envidia. ¿Por qué él, que ha vivido las mismas cosas que nosotros, se ha dado cuenta de esos problemas y yo no?¿Por qué él, es capaz de movilizarse para solucionarlos y yo no?
Debemos esforzarnos a ver en positivo las personas que nos rodean. Nos llevaremos grandes sorpresas y juntos avanzaremos mejor. Y si sabemos ver a Jesús presente en los demás, mucho mejor.