"Los judíos se pusieron a discutir unos con otros:
– ¿Cómo puede este darnos a comer su propio cuerpo?
Jesús les dijo:
– Os aseguro que si no coméis el cuerpo del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida.
El que come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene vida eterna; y yo le resucitaré el día último.
Porque mi cuerpo es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida.
El que come mi cuerpo y bebe mi sangre vive unido a mí, y yo vivo unido a él.
El Padre, que me ha enviado, tiene vida, y yo vivo por él. De la misma manera, el que me coma vivirá por mí.
Hablo del pan que ha bajado del cielo. Este
pan no es como el maná que comieron vuestros antepasados, que murieron a
pesar de haberlo comido. El que coma de este pan, vivirá para siempre.
Jesús enseñó estas cosas en la reunión de la sinagoga en Cafarnaún."
Juan nos sigue transmitiendo esta difíciles palabras de Jesús en su capítulo sexto. Los judíos no lo entendían, porque las tomaban en sentido literal. ¿Cómo iban a comer su carne y beber su sangre?
Comer su cuerpo y beber su sangre, es hacernos uno con Él. Eso es la comunión. Hacernos uno con Jesús encarnado, con el pan bajado del cielo; es decir, con el Jesús hecho frágil, anonadado hasta la muerte y muerte de cruz. La Eucaristía nos lleva a la fragilidad, a los pobres, a la humildad. Estar unido a este Jesús, es lo que nos hace vivir para siempre.
La Eucaristía ha de llevarnos a los necesitados y ha de darnos la alegría de sentirnos hermanos, porque somos uno en el Hermano, Jesús.
Bon día Joan Josep.Tots units amb Jesús recordan aquella frase d´una cançó que cantava de joveneta "Amb la força del Senyor de cap mal no tindrem por Ale-luia"
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