viernes, 4 de agosto de 2017

EL HIJO DEL CARPINTERO


"Y llegó a su propia tierra, donde comenzó a enseñar en la sinagoga del lugar. La gente, admirada, decía:
– ¿De dónde ha sacado este todo lo que sabe? ¿Cómo puede hacer tales milagros? ¿No es este el hijo del carpintero? Y su madre, ¿no es María? ¿No son sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas, y no viven sus hermanas también aquí, entre nosotros? ¿De dónde ha sacado todo esto?
Y no quisieron hacerle caso. Por eso, Jesús les dijo:
– En todas partes se honra a un profeta, menos en su propia tierra y en su propia casa.
Y no hizo allí muchos milagros, porque aquella gente no creía en él."

Jesús llega a Nazaret, su pueblo, y se encuentra que no se fían de Él. Queda claro que Jesús pertenecía a una familia humilde y vivió humildemente en su pueblo hasta los 30 años. Por eso sus conciudadanos no se explican los milagros que oyen decir que hace en Cafarnaúm, ni cómo puede hablar de aquella manera tan docta en la sinagoga.
Jesús les dice, que un profeta nunca es honrado en su propia tierra.
Posiblemente sigue ocurriendo lo mismo en nuestros días. No sabemos apreciar la bondad, el mérito, de las personas que nos rodean. Creemos conocerlas y por ello no creemos en ellas. Pues así como Jesús apenas pudo hacer algún milagro, por la falta de Fe de sus conciudadanos, nosotros desperdiciamos todo el bien que pueden hacernos las personas que nos rodean, y, en particular, los más allegados. Si somos sinceros, nos daremos cuenta que es a causa de nuestra envidia, que no nos deja ver a los otros tal cuales son. 

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