"El reino de los cielos podrá entonces compararse a diez
muchachas que, en una boda, tomaron sus lámparas de aceite y salieron a
recibir al novio.
Cinco de ellas eran descuidadas y cinco previsoras.
Las descuidadas llevaron sus lámparas, pero no tomaron aceite de repuesto;
en cambio, las previsoras llevaron frascos de aceite además de las lámparas.
Como el novio tardaba en llegar, les entró sueño a todas y se durmieron.
Cerca de medianoche se oyó gritar:
- ¡Ya viene el novio! ¡Salid a recibirle!
Entonces todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas,
y las descuidadas dijeron a las previsoras:
- Dadnos un poco de vuestro aceite, porque nuestras lámparas van a apagarse.
Pero las muchachas previsoras contestaron:
- No,
porque entonces no alcanzará para nosotras ni para vosotras. Más vale
que vayáis a donde lo venden y compréis para vosotras mismas.
Pero mientras las cinco muchachas iban a
comprar el aceite, llegó el novio; y las que habían sido previsoras
entraron con él a la fiesta de la boda, y se cerró la puerta.
Llegaron después las otras muchachas, diciendo:
- ¡Señor, señor, ábrenos!
Pero él les contestó:
- Os aseguro que no sé quiénes sois.
Permaneced despiertos –añadió Jesús–, porque no sabéis el día ni la hora."
(Mañana tengo que estar en el hospital a la 6'30 de la mañana para acompañar a un Hermano al que operan. Por eso dejo ya hoy el comentario del evangelio del miércoles. No sé si podré conectarme en todo el día.)
Hoy es la festividad de Benedicta de la Cruz (Edith Stein), una de las patronas de Europa. Como es una fiesta reciente, es posible que encontréis otro evangelio en algún libro de comentarios.
Si este relato no fuera una parábola, nos parecería que las cinco vírgenes que tenían aceite para sus lámparas, no eran prudentes, sino egoístas, al no querer compartir. Pero las parábolas van más allá de su significado literal. Nos quieren decir algo importante.
El mensaje de esta parábola, es que debemos estar preparados. Ser discípulo de Jesús es estar listo en todo momento para seguirle. Ese aceite, que es la gracia, no es que no se quiera compartir. Es que no puede compartirse. Cada uno sigue a Jesús con sus pasos. Nadie puede seguirle en lugar de otro. Lo que sí podemos hacer, es, con nuestro ejemplo, animar y recordar a los demás que hay que estar preparados.
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