"Cuando llegaron a donde estaba la gente, se acercó un hombre a Jesús, y arrodillándose delante de él
le dijo:
–Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques y sufre horriblemente; muchas veces se cae en el fuego o en el agua.
Lo he traído a tus discípulos, pero no han podido sanarlo.
Jesús contestó:
– ¡Oh, gente sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo habré de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo habré de soportaros? ¡Traedme aquí al muchacho!
En seguida Jesús reprendió al demonio y lo hizo salir del muchacho, que quedó sanado en el mismo momento.
Después los discípulos preguntaron aparte a Jesús:
– ¿Por qué no pudimos nosotros expulsar a ese demonio?
Jesús les dijo:
– Porque tenéis muy poca fe. Os aseguro que si
tuvierais fe, aunque fuera tan pequeña como un semilla de mostaza,
diríais a ese monte: ‘Quítate de ahí y pásate allá’, y el monte se
pasaría. Nada os sería imposible."
Lo importante de los milagros que nos narran los evangelios no es el hecho en sí, sino lo que significan, el mensaje que transmiten. El texto de hoy nos habla de la importancia de la Fe. Los discípulos no podían curar a aquel enfermo, porque no tenían Fe. Nosotros nos vemos incapaces de solucionar la violencia, la pobreza, las injusticias, la corrupción. ¿No será por falta de Fe? Porque la Fe no son palabras. La Fe se traduce en obras o no es Fe. Si nosotros somos incapaces de solucionar todos esos problemas, es porque no dedicamos todas nuestras fuerzas a hacerlo. Y eso es sencillamente, falta de Fe. |
viernes, 11 de agosto de 2017
FALTA DE FE
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