"Vuestro Dios dice:
“Consolad,a consolad a mi pueblo;
hablad con cariñob a Jerusalén
y decidle que su esclavitud ha terminado,
que ya ha pagado por sus faltas,
que ya ha recibido de mi mano
el doble del castigo por todos sus pecados.”
Una voz grita:
“Preparad al Señor un camino en el desierto,
trazad para nuestro Dios
una calzada recta en la región estéril.
Rellenad todas las cañadas,
allanad los cerros y las colinas,
convertid la región quebrada y montañosa
en llanura totalmente lisa.
Entonces mostrará el Señor su gloria,
y todos los hombres juntos la verán.
El Señor mismo lo ha dicho.”
Una voz dice: “Grita”,
y yo pregunto: “¿Qué debo gritar?”
“Que todo hombre es como hierba,
¡tan firme como una flor del campo!
La hierba se seca y la flor se marchita
cuando el soplo del Señor pasa sobre ellas.
Ciertamente la gente es como hierba.
La hierba se seca y la flor se marchita,
pero la palabra de nuestro Dios
permanece firme para siempre.”
Súbete, Sión,o a la cumbre de un monte;
levanta con fuerza tu voz
para anunciar una buena noticia.
Levanta sin miedo la voz, Jerusalén,
y anuncia a las ciudades de Judá:
“¡Aquí está vuestro Dios!”
Llega ya el Señor con poder,
sometiéndolo todo con la fuerza de su brazo.
Trae a su pueblo
después de haberlo rescatado."
Aquí comienza el segundo Isaías. En este tiempo de Adviento nos representa a Juan el Bautista. Es un canto de esperanza. El Señor viene a anunciar la Buena Nueva. Pero nosotros debemos preparar el camino para su llegada. Rellenar los valles y aplanar los montes. Quitar todo lo que nos impide recibirlo. Esto es lo que debemos realizar en Adviento. Esto es lo que debemos realizar todos los días de nuestra vida, porque Dios sale a nuestro encuentro en todo momento.
Nosotros somos frágiles, pero debemos confiar en su Palabra, que es la que nos da fuerzas. Su compromiso con la humanidad se cumplirá.
Confiar en la seva Paraula...Pare Nostre, escrita als cors.
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