"Alégrese el desierto, tierra seca;
llénese de alegría y florezca:
produzca flores como el lirio.
Llénese de gozo y alegría.
Dios lo hará bello como el Líbano,
fértil como el Carmelo y el valle de Sarón.
Todos verán la gloria del Señor,
la majestad de nuestro Dios.
Fortaleced a los débiles,
dad valor a los cansados,
decid a los tímidos:
“¡Ánimo, no tengáis miedo!
¡Aquí está vuestro Dios para salvaros,
y a vuestros enemigos los castigará como merecen!”
Entonces los ciegos verán
y los sordos oirán;
los lisiados saltarán como corzos
y los mudos gritarán.
En el desierto, tierra seca,
brotará el agua a torrentes.
El desierto será un lago
y la tierra seca se llenará de manantiales.
Donde ahora viven los chacales,
crecerán cañas y juncos.
Y habrá allí una calzada
que se llamará “el camino sagrado”.
Los que no estén purificados
no podrán pasar por él;
los necios no andarán por él.
Allí no habrá leones
ni se acercarán las fieras.
Por ese camino volverán los redimidos,
los que el Señor ha liberado;
entrarán en Sión con cantos de alegría
y siempre vivirán alegres.
Hallarán felicidad y dicha,
y desaparecerán el llanto y el dolor."
El texto de hoy de Isaías, es un canto de alegría, de optimismo. Describe un mundo ideal. En realidad está describiendo el Reino. Leído a la luz del Nuevo Testamento, nos presenta las consecuencias de la venida de Jesús. La transformación del desierto humano en un vergel.
Pero todo ello depende de que sepamos aceptarle, acogerle. La conversión que nos pedía ayer el Bautista es indispensable para la realización del Reino. Ese mundo ideal y poético que nos ha descrito Isaías, necesita de nuestra colaboración para que se haga real. Mientras nosotros sigamos en una sociedad egoísta, dominada por el dinero y el ansia de poder, que desprecia a los sencillos y que está llena de injusticias, este mundo de Isaías es imposible.
Si somos discípulos de Jesús, debemos luchar para que la sociedad se dé cuenta que debe convertirse, que debe cambiar y aceptar a Jesús. Sólo así podremos caminar por el "camino sagrado" que lleva a la verdadera felicidad.
El texto de hoy de Isaías, es un canto de alegría, de optimismo. Describe un mundo ideal. En realidad está describiendo el Reino. Leído a la luz del Nuevo Testamento, nos presenta las consecuencias de la venida de Jesús. La transformación del desierto humano en un vergel.
Pero todo ello depende de que sepamos aceptarle, acogerle. La conversión que nos pedía ayer el Bautista es indispensable para la realización del Reino. Ese mundo ideal y poético que nos ha descrito Isaías, necesita de nuestra colaboración para que se haga real. Mientras nosotros sigamos en una sociedad egoísta, dominada por el dinero y el ansia de poder, que desprecia a los sencillos y que está llena de injusticias, este mundo de Isaías es imposible.
Si somos discípulos de Jesús, debemos luchar para que la sociedad se dé cuenta que debe convertirse, que debe cambiar y aceptar a Jesús. Sólo así podremos caminar por el "camino sagrado" que lleva a la verdadera felicidad.
"...que s'alegri el desert..." Pare Nostre
ResponderEliminarM´encanta Joan Josep.Aixis sigui que l´humanitat cambii per be i que el egoisme es transformi en Caritat.Una abraçada fraterna
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