"Jesús, saliendo de allí, se fue a la orilla del lago de Galilea; luego subió al monte y se sentó. Mucha gente se reunió donde él estaba. Llevaban cojos, ciegos, mancos, mudos y otros muchos enfermos; los ponían a los pies de Jesús y él los sanaba. De modo que la gente estaba asombrada al ver que los mudos hablaban, los mancos quedaban sanos, los cojos andaban y los ciegos veían. Y todos alababan al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
– Siento compasión de esta gente, porque ya hace
tres días que están aquí conmigo y no tienen nada que comer. No quiero
enviarlos en ayunas a sus casas, no sea que desfallezcan por el camino.
Sus discípulos le dijeron:
– Pero ¿cómo encontrar comida para tanta gente en un lugar como este, donde no vive nadie?
Jesús les preguntó:
– ¿Cuántos panes tenéis?
– Siete y unos pocos peces – le contestaron.
Mandó que la gente se sentara en el suelo, tomó en sus manos los siete panes y los peces
y, habiendo dado gracias a Dios, los partió, se los dio a sus discípulos
y ellos los repartieron entre la gente. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía llenaron siete canastas con los trozos sobrantes."
En la primera lectura, Isaías nos presentaba el banquete final en el monte. Aquí vemos a Jesús curando a cojos, ciegos, mancos, también en la montaña. Curarnos es la primera misión de Jesús. Devolvernos la salud. Hacernos ver, ayudarnos a caminar...
También acaba Jesús dando de comer a la multitud. Le han seguido y se han olvidado de todo. Jesús se da cuenta y pregunta a sus discípulos que pueden hacer para dar de comer a tanta gente. Ellos no saben que hacer. Pero Jesús les da la solución: compartir. Con aquellos siete panes y pocos peces se alimentó la multitud y sobró.
Todos sabemos que en el mundo hay alimentos para todos, pero están mal repartidos. Una tercera parte de la humanidad acapara lo que serviría para alimentarnos a todos. Hemos de saber compartir. Ese es el banquete del Señor que veíamos en la primera lectura. Ese es el espíritu de la Eucaristía. La unión entre todos. Unión con Jesús y unión con los hombres. Una Eucaristía de la que salimos sin el propósito real de compartir, ha sido tan solo una ceremonia, no el banquete del amor que debe ser.
En la primera lectura, Isaías nos presentaba el banquete final en el monte. Aquí vemos a Jesús curando a cojos, ciegos, mancos, también en la montaña. Curarnos es la primera misión de Jesús. Devolvernos la salud. Hacernos ver, ayudarnos a caminar...
También acaba Jesús dando de comer a la multitud. Le han seguido y se han olvidado de todo. Jesús se da cuenta y pregunta a sus discípulos que pueden hacer para dar de comer a tanta gente. Ellos no saben que hacer. Pero Jesús les da la solución: compartir. Con aquellos siete panes y pocos peces se alimentó la multitud y sobró.
Todos sabemos que en el mundo hay alimentos para todos, pero están mal repartidos. Una tercera parte de la humanidad acapara lo que serviría para alimentarnos a todos. Hemos de saber compartir. Ese es el banquete del Señor que veíamos en la primera lectura. Ese es el espíritu de la Eucaristía. La unión entre todos. Unión con Jesús y unión con los hombres. Una Eucaristía de la que salimos sin el propósito real de compartir, ha sido tan solo una ceremonia, no el banquete del amor que debe ser.
Jesús, donan's el Teu Cos de Vida. Pare Nostre
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