"¿A qué compararé la gente de este tiempo? Es comparable a los niños que
se sientan a jugar en las plazas y gritan a sus compañeros: ‘Tocamos la flauta, y no bailasteis; cantamos canciones tristes, y no llorasteis.’ Porque vino Juan, que ni come ni bebe, y dicen que tiene un demonio. Luego ha venido el Hijo del hombre, que come y
bebe, y dicen que es glotón y bebedor, amigo de gente de mala fama y de
los que cobran impuestos para Roma. Pero la sabiduría de Dios se
demuestra por sus resultados."
El evangelio, como la primera lectura de Isaías, se dirige a los judíos, en este caso del tiempo de Jesús. Parece ser que se vale de un juego que hacían los niños de aquel tiempo en las plazas. Unos tocaban la flauta invitando a bodas. Otros cantaban canciones tristes como en un entierro. Resulta que hay un grupo de niños que no quiere entrar en el juego, que pasan de él.
Jesús lo aplica a sus contemporáneos, que ni aceptaban la predicación austera de Juan, ni la alegre y esperanzada de Jesús.
Nosotros también podemos formar parte de ese grupo que "pasa" de la espiritualidad. Si se nos presenta una religión austera y ascética, decimos que eso es una locura. Si se nos presenta una religión de amor, de comprensión, de alegría, decimos que eso no es serio, que es una tontería. Debemos mirar los resultados de todo ello. ¿De verdad estamos contentos con nuestra vida?¿Nos sentimos llenos y en paz?
Escoltar Déu, per fer la seva voluntat, sentir-nos en pau...Pare Nostre
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