Volvió uno de los discípulos de pedir limosna en la ciudad. Durante la cena contó que dos famosos apóstoles, grandes predicadores y escritores habían protagonizado un gran escándalo. Llevaban una doble vida y todo se había descubierto. Habían abandonado la Iglesia.
Guardaron silencio y al cabo de un rato, el Anacoreta empezó a reir a carcajadas. Sus discípulos se quedaron muy extrañados.
El Solitario se explicó:
- Río, porque me acuerdo de una frase que decía mi abuela y que aquí viene como anillo al dedo: "No planteis coles, plantad nabos, que si se hielan las hojas, al menos os quedarán los rabos".
Rieron también los discípulos y el Anacoreta acabó de explicarse:
- Esto es lo que les ha pasado a esos dos "apóstoles". Si las personas crecen hacia fuera, dan muchas hojas, pero si no crecen hacia dentro, las crisis las destruyen pronto.Todo se queda en apariencia. Los golpes de la vida destruyen lo externo. Sólo sobreviven los "rabos" que han crecido hacia dentro.
Se quedó un momento pensativo y luego añadió:
- Pero no juzguemos a los demás. ¡Quién sabe lo que nos puede ocurrir a nosotros!
Y siguieron cenando alegremente...
Esto es lo que les ha pasado a esos dos "apóstoles". Si las personas crecen hacia fuera, dan muchas hojas, pero si no crecen hacia dentro, las crisis las destruyen pronto.Todo se queda en apariencia. Los golpes de la vida destruyen lo externo. Sólo sobreviven los "rabos" que han crecido hacia dentro.
ResponderEliminarSe quedó un momento pensativo y luego añadió:
- Pero no juzguemos a los demás. ¡Quién sabe lo que nos puede ocurrir a nosotros!
Y siguieron cenando alegremente...