domingo, 21 de junio de 2020

LOS QUE MATAN EL ESPÍRITU


"No tengáis, pues, miedo a la gente. Porque nada hay secreto que no llegue a descubrirse ni nada oculto que no llegue a conocerse. Lo que os digo en la oscuridad, decidlo a la luz del día; lo que os digo en secreto, proclamadlo desde las azoteas de las casas. No tengáis miedo a quienes pueden matar el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a aquel que puede destruir el cuerpo y el alma en el infierno.
¿No se venden dos pajarillos por una pequeña moneda? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin que vuestro Padre lo permita.  En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de la cabeza los tenéis contados uno por uno. Así que no tengáis miedo: vosotros valéis más que muchos pajarillos.
Si alguien se declara a favor mío delante de los hombres, también yo me declararé a favor suyo delante de mi Padre que está en el cielo; pero al que me niegue delante de los hombres, también yo le negaré delante de mi Padre que está en el cielo."


Lo grave no es lo que amenaza a nuestro cuerpo, sino lo que destruye nuestro espíritu. Aquello que arranca de nosotros los auténticos valores, de solidaridad, entrega, Amor, justícia...Las ideologías nos hacen mucho más daño que la violencia física. Ellas son las que nos apartan del verdadero camino. El del Amor.
"El evangelio nos ha conservado algunos dichos o refranes con los que Jesús exhortaba a la comunidad de discípulos a no dejarse intimidar por las adversidades. Los discípulos, con frecuencia, veían la amenaza evidente que representaban los grupos armados, pero eran incapaces de descubrir el peligro encubierto en muchas personas e instituciones que alienaban y sometían ideológicamente a las personas.
Las comunidades cristianas primitivas tuvieron que afrontar la misma amenaza, que provenía de los ‘actores armados’ en conflicto. De una parte, las autoridades romanas con un despliegue enorme de fuerza militar y policial. De la otra parte, los fanáticos rebeldes dispuestos a eliminar al que no estuviera de acuerdo con ellos. En medio del ‘fuego cruzado’ estaba la comunidad cristiana con una propuesta alternativa de paz y justicia que no coincidía con ninguno de los dos bandos. Para los romanos, la justicia era, en gran medida, la aplicación universal de los principios que sostenían la legislación romana. El sometimiento a las duras condiciones de la ‘paz romana’ obligaba a las poblaciones de las colonias a pagar fuertes tributos, a incorporar en la propia religión el culto a los dioses imperiales y a destinar grandes masas de la población a la esclavitud y al servicio militar obligatorio. La comunidad cristiana luchaba por lugar un espacio para su propuesta en la sociedad: ellos querían una comunidad humana en la que fuera posible la solidaridad, el respeto por el otro, la distribución equitativa de los recursos. Sin embargo, en esta lucha estaban prácticamente solos. Los grupos rebeldes que se presentaban como la gran alternativa contra el imperio estaban regidos por la lógica de la violencia incontrolable, el sometimiento de los disidentes y por la imposición de la ideología del grupo. Estos grupos fanáticos veían a los cristianos como una amenaza para la identidad del grupo, por eso, con frecuencia los convertían en blanco de persecuciones y en ‘chivo expiatorio’ sobre el cual descargar toda su frustración, prepotencia e intolerancia.

Pero, Jesús ponía en guardia a toda la comunidad contra la creencia de que la única amenaza estaba representada por las armas de metal, piedra y madera. La amenaza mas grave provenía, con frecuencia, de las ideologías que estos grupos representaban. Tanto la ideología de legitimación del imperio romano como los ideales de venganza de los fanáticos rebeldes escondían todo su veneno. Cada grupo se presentaba como un defensor de la justicia, la paz y la libertad, pero evidentemente los hechos contradecían sus grandilocuentes discursos. Cada grupo perseguía sus intereses particulares ignorando los más mínimos principios éticos. El dilema para los cristianos era el de alinearse en uno u otro bando, creyendo que así se alcanzarían los ideales de justicia, paz y libertad que Jesús de Nazaret había propuesto con su ideal del reinado de Dios." (Koinonía)



1 comentario:

  1. I tot continua igual, estimat Joan Josep. Una gran part de la política actual voldria destruir els pacífics... Borden i mosseguen, castiguen i fereixen... i els messies són a la presó. Preguem pel poble.
    Una abraçada, bon amic.

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