Es de noche Señor y estoy cansado...
Cansado de ancianos y hospitales,
cansado de mí mismo y de todos...
Cansado de mi falta de paciencia,
de una Iglesia inmóvi,
y pasiva.
Cansado de un desierto solitario...
de creerme solo a todas horas,
de no verte...
Enciéndeme Señor esa pequeña lámoara,
aquella luz que me acompañe
en mis noches solitarias...
No necesito verte para amarte,
pero sí notar, suavemente, tua aliento
recorriendo mis mejillas...
Enséñame los mil y un sufrimientos
que recorren cada día esta Tierra,
para que sienta vergüenza de mis quejas...
Y muestrame un momento,
en medio de la noche del espíritu,
tu lámpara pequeña,
tu lámpara de barro,
encendida en el amor de mis hermanos...
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