lunes, 15 de junio de 2020

EL ANACORETA Y EL ALIMENTO DE LA ORACIÓN


Andaban otra vez los discípulos preocupados por la oración. El Anacoreta aprovechó un descanso del trabajo en el pequeño huerto para preguntarles:
- ¿Qué os pasa ahora?
El más antiguo respondió:
-No logramos rezar con el espíritu. Las distracciones hacen que no podamos concentrarnos. Querríamos alimentar nuestra oración con verdaderas ideas espirituales y sólo acuden a nuestra mente las cosas que pasan en la vida...
El Anacoreta suspiró. Empezaba a impacientarse por lo poco que aprendían sus discípulos.
- Mirad. La oración espiritual pura no existe. Y si existe no es cristiana. Tenemos tres alimentos para nuestra oración: La Palabra, la Eucaristía y la Vida.
Hizo una pausa y mirándolos fijamente dijo:
- Si tomáis la Vida como un distracción...nunca llegaréis a meditar de verdad. ¿Acaso queréis hacer de vuestra oración algo desencarnado, tan espiritual que no cambie nada en vosotros?
Miró al horizonte y dijo:
- Partid de la Vida. Pensad en los problemas de la vida y la Palabra os ayudará a meditar. Y os lo he dicho mil veces. Si vuestra oración no os lleva a comprometeros con los demás, a luchar por un mundo mejor y más justo...dejadla. Eso es placer estético, no oración. Y lo que ahí encontrais es un ídolo, no a Dios...
Y se puso a cabar con energía, como si quisiera hacer entrar esas ideas en la cabeza de sus discípulos...

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