viernes, 12 de junio de 2020

EL ANACORETA Y EL GRAN PREDICADOR


Aquel gran predicador llegó muy fatigado a la cueva del Anacoreta. No es fácil atravesar el desierto cuando se lleva encima togas y capisallos. Tras restaurarse con un cuenco de leche de la cabra del Solitario, dijo:
- Llevo años predicando. Mis sermones cuaresmales se publican cada año y se venden bien. Mis tandas de Ejercicios Espirituales están repletas. Sin embargo... - añadió con tristeza - creo que no llevo a la gente hacia Dios.
Se lo miró el Anacoreta con una sonrisa medio irónica, medio compasiva...y moviendo la cabeza dijo:
- Es que no se trata de llevar a la gente hacia Dios, sino de hacer que se den cuenta de que Dios ya está en ellos. ¿Les haces ver la belleza de un amanecer? ¿Les muestras la sonrisa de los niños? ¿Les haces admirar la hermosura de una adolescente? No hay que ir a ninguna parte para encontrar a Dios. El se nos manifiesta en todo, bajo la forma de libertad, felicidad, belleza, amor...
Mientras el gran predicador volvía a la ciudad, pensó cuan diferentes serían sus sermones a partir de ahora...

No hay comentarios:

Publicar un comentario