lunes, 22 de junio de 2020

EL ANACORETA Y EL NÚCLEO DE LA ORACIÓN


Estaban sentados bajo la palmera desgranando unas judías secas de su huerto. Una pequeña nube de polvo en la lejanía, les indicó que alguien se acercaba. El Anacoreta, mirando a lo lejos, dijo:
- ¿Sabéis?, la mayoría de la gente que viene a verme me pregunta sobre la oración. Muchos no son creyentes, pero alguien les recomendó la oración para salir de la droga, dejar la bebida, encontrar equilibrio en la vida...
Miró cómo la nube de polvo crecía y siguió hablando:
- Casi sin darse cuenta, muchos han llegado al núcleo de la oración.
Los discípulos lo miraban impacientes...
- El núcleo es el Amor. La oración es  ENAMORARSE. Han practicado zen, yoga, meditación trascendental...Han aprendido a relajar totalmente su cuerpo, a controlar la respiración, a centrarse en un punto...Y de golpe, descubren que todo eso no es sino un camino para ENAMORARSE. Pero se trata de un enamoramiento totalmente distinto del que conocían. Es un enamoramiento incondicional y sin restricciones.
Volvió a detenerse unos instantes. Luego prosiguió:
- En el enamoramiento normal conocemos a la persona amada. Aquí, el Objeto de nuestro enamoramiento SIEMPRE está por descubrir. Sentimos un amor inmenso que nada puede llenarlo. Y eso nos lanza en su búsqueda y nos hace descubrir que el corazón humano tiene una capacidad infinita para amar. El día que hacemos este descubrimiento, nos encontramos amando a todo y a todos profundamente. Ese día vemos a Dios en todo y en todos. Ese día nos hacemos uno con el Universo y nos damos cuenta de que nunca podremos saciar nuestro Amor...
Los discípulos le miraban sobrecogidos. Nunca le habían oído hablar de esta forma. Y, posiblemente era el contraluz que lo provocaba, todo su cuerpo parecía despedir una luminosidad especial...
Y el Anacoreta se levantó lentamente a buscar un poco de agua para recibir al forastero, que ya estaba muy cerca de la cueva...

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