El joven llegó a la cueva del Anacoreta muy triste. Dijo:
- Tengo grandes sueños, muchos planes y todos me dicen que pierdo el tiempo. Que nunca realizaré lo que sueño.
El Solitario se lo llevó a la sombra de la palmera y le dijo:
- Había una oruga que cada día caminaba hacia una gran montaña. Un saltamontes le dijo, que nunca llegaría marchando con aquella lentitud. Pero ella seguía caminando. En su camino se encontró con otros animales; un grillo, una rana, una lagartija, un topo...Todos le decían lo mismo: te morirás antes de llegar a la montaña. Una noche se sintió muy cansada. Pensó en hacer una pausa y para protegerse empezó a envolverse formando una crisálida. Los animales la dieron por muerta. Al cabo de unos días fueron a visitar sus restos. Justo en ese momento la crisálida se habrió y salió una bella mariposa, que voló rauda hasta la montaña. La oruga había conseguido su propósito.
Se detuvo un momento el Anacoreta y mirando a los ojos del jóven y concluyó:
- No dejes de soñar, pero lucha por conseguirlo. No te quedes sólo en el sueño. Lucha cada día como la oruga y lo alcanzarás...
Gracias, muchas veces los sueños se consiguen no como los planeamos sino cua do somos transformado si somos constantes, gracias, hay que seguir caminando.
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