El Anacoreta le dijo un día a un visitante que se quejaba de no encontrar momentos de tranquilidad en su vida, de no tener tiempo para nada, obsesionado por tener cada día más:
- Tenemos que aprender a estar contentos con un nivel de vida sencillo. Hay mucha riquezas en la vida que no cuestan dinero o cuestan muy poco.
Le miró a los ojos y prosiguió:
- Las actividades más normales pueden ser el origen de experiencias de calidad: respirar, comer, hablar, dormir, lavarse, soñar...Cada gesto personal, puede ser una experiencia de gracia y esperanza. Las relaciones con los otros, sobretodo, pueden ser un constante descubrimiento y una aventura. La opción por un comportamiento austero nos hace libres de la manipulación consumista.
Tomó un poco de arena en sus manos y la dejó deslizarse entre sus dedos:
- Austeridad no quiere decir que ignoremos o despreciemos las cosas que hay a nuestro alrededor: vestidos, joyas, el ordenador, el móvil, un coche...No. Significa mirárnoslas a distancia...con buen humor, sabiendo que podemos prescindir de ellas... Esta simplificación tiene como objetivo redescubrir el gusto por las cosas sencillas y despertar una sensibilidad que ya no reacciona, sino ante las excitaciones fuertes. Significa enamorarse otra vez del mar, de la luz que viene de los ojos del otro y de las palabras que llevan clamores e ilusión. De emocionarse ante la belleza de una margarita.
Se detuvo un instante y concluyó:
-En el fondo, simplificar la vida quiere decir estar menos anestesiados, fortalecer nuestra vitalidad, despojarnos para ser más esplendorosos, confiar en lo que somos y no en lo que poseemos.
Y aquel hombre se quedó extasiado, por primera vez, ante la belleza de la puesta de sol...
Y aquel hombre se quedó extasiado, por primera vez, ante la belleza de la puesta de sol...
Muchas veces no apreciamos lo sencillo de la vida y sin embargo es lo que más nos reconforta. Un abrazo
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