Nuestros solitarios fueron al obispado. Al pasar junto al gran edificio del Seminario, ahora prácticamente vacío, y al entrar en el Palacio Arzobispal, igualmente poco habitado, el Anacoreta exclamó:
- Cada vez que paso por aquí, recuerdo las palabras de Monseñor Romero en su homilía del 19 de diciembre de 1977:
"Hermanos, no contemos la Iglesia por la cantidad de gente, ni contemos la Iglesia por sus edificios materiales. La Iglesia ha construído muchos templos, muchos seminarios, muchos edificios; las paredes materiales aquí se quedarán, en la historia. Lo importante son ustedes, los hombres, los corazones, la gracia de Dios dándoles la verdad y la vida de Dios. No se cuenten por muchedumbre, cuéntense por la sinceridad del corazón con que siguen esta verdad y esta gracia de nuestro Divino Redentor".
Y se sentaron en silencio en la sala, esperando que Monseñor los recibiera...
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