En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: "Los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?" Jesús les contestó: "¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto, lo nuevo de lo viejo, y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revienta los odres, y se pierden el vino y los odres; a vino nuevo, odres nuevos."
No hay actitud peor que ampararse en las normas, los ritos, los mandamientos, para criticar a los demás. El ayuno tiene sentido, cuando nos privamos de algo para que puedan tenerlo aquellos que carecen de todo. Ayunar para enorgullecerse de lo buenos que somos no es una virtud, sino todo lo contrario. Nuestra mesa debe estar abierta a todos. El verdadero ayuno es el de egoísmo, individualismo, abuso de poder...
"Las palabras de Jesús dirigidas a los fariseos probablemente generarían nuestra simpatía: es simplemente imposible ayunar en una boda. Las bodas latinoamericanas son en su mayoría fiestas con comida abundante donde se rompen las dietas. Para quien organiza y participa de la fiesta sería impensable, inclusive ofensivo, no comer y alegrarse en un momento tan importante. La enseñanza sobre el ayuno nos recuerda el no añadir más fatigas y dolor a la vida en un continente donde, según la FAO, cerca de 42.5 millones de personas sufren de hambre y sub-alimentación. Jesús nos llama a comer y alegrarnos mientras el novio está con nosotros, cuando la posibilidad permite la celebración y la alegría. Ya llegará el momento en que las circunstancias de nuestra existencia nos lleven al ayuno obligado. ¿Cómo comprender el ayuno hoy? En América Latina vivimos bajo ayuno forzado, mientras Jesús usó el banquete de bodas como metáfora del Reino. ¿Y si ayunamos de egoísmo, injusticia e individualidad? Mientras tanto, pongamos la mesa para celebrar el banquete de Dios." (Koinonía)
No hay comentarios:
Publicar un comentario