martes, 3 de enero de 2023

EL TESTIMONIO DE JUAN



Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: "Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel."
Y Juan dio testimonio diciendo: "He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo." Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios."

"En la escena anterior Juan el Bautista se introducía como una voz que grita en el desierto. Ahora, no solo nos pide escuchar sino también ver. Ese a quien habían anunciado los profetas (por medio de la voz), ahora se deja ver. Pero son tantas las distracciones en esta época de consumo navideño que se hace difícil reconocerlo. Nos hipnotizan o narcotizan las pantallas y terminamos evadiendo la realidad de sufrimiento y de dolor que nos rodea. Juan el Bautista nos da una primera clave en preparación para la Epifanía (manifestación de Dios): afinar nuestra mirada para saber reconocer al Cordero de Dios. Y ¿dónde se deja ver? En las vidas humildes y sencillas; también en las vidas empobrecidas y oprimidas que esperan liberación. Ahí está el Cordero de Dios inmolado a causa de la ambición, la corrupción, los abusos, la violencia y las desigualdades. Para reconocerlo, es necesario acercarnos con corazones dispuestos a dejarse transformar por él y su Buena Noticia de Salvación." (Koinonía)

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