viernes, 13 de enero de 2023

VOLVER A CAMINAR

 

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les preponía la palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico y, como no podían meterlo, por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados quedan perdonados."
Unos escribas, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros: "¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?" Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo: "¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar"? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados..." Entonces le dijo al paralítico: "Contigo hablo: Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa." Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: "Nunca hemos visto una cosa igual."

El pecado nos paraliza. En este texto vemos dos cosas. La primera, que es la solidaridad la que nos lleva a Jesús. La segunda, que Él nos perdona y volvemos a caminar, a seguir su camino.

"No existe persona que se haya liberado de sufrir algún tipo de exclusión. Por el color de piel, el idioma, la nacionalidad, la procedencia social o la condición económica se invisibiliza y margina a muchos seres humanos negándoles su dignidad. La Carta a los Hebreos, en cambio, invita a la comunidad a permanecer en Dios ‘para que nadie sea excluido’ (Heb 4,1) de la vida comunitaria que celebra el reino de Dios. Marcos, por su parte, con el relato del paralítico nos recuerda que la exclusión también se vive en las relaciones socio-religiosas, principalmente si se clasifica a las personas. Toda comunidad de fe debe acoger e incorporar a quienes son rechazados por la lógica de este mundo, sin importar su condición. El paralítico es llevado ante Jesús por la misma fuerza comunitaria, y la acción solidaria tiene como fruto la curación física y la liberación de la exclusión y la marginación. Pidamos a Dios que nos ayude a construir su proyecto salvífico, opuesto a toda forma de exclusión." (Koinonía) 

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