EL ANACORETA Y EL SORDOMUDO...

Al regresar de misa, el Anacoreta se sentó en un banco del parque en el que estaba sentado un anciano. El Anacoreta comentó:

- El Evangelio de hoy me ha hecho reflexionar...Ayer, alguien me dijo, que estábamos negando la historicidad de los Evangelios...que destruíamos la Iglesia.

Miró al anciano y dijo:

- ¿Sabe usted? Si Jesús curó al sordomudo o no, no cambia nada en nuestra vida. Pero si sé verme en la persona del sordomudo, eso afecta a mi vida. Si sabemos reconocernos sordos a la voz de Dios, que es la voz del desamparado...,si somos sordos ante la injusticia y somos mudos para denunciarla, eso hace que cambiemos nuestra forma de ver la vida y de vivir; eso nos cambia profundamente.

Miró al anciano que no decía nada y añadió:

- Es triste que hoy se intente tapar bocas y cerrar oídos en nombre de Jesús, cuando Él gritó EPHETA, ábrete, y luchó para que oyéramos, viéramos y habláramos.

Se volvió al anciano. Y entonces, sonriendo, este habló:

- Oiga jóven - el Anacoreta se alegró de que le llamaran joven- soy sordo como una tapia. Pero le agradezco que me hable. Por su cara veo que me ha dicho cosas hermosas. Eso me basta. Venga a hablarme de vez en cuando. Hace tiempo que nadie me habla...Como no oigo...

Y al Anacoreta se le escapó una lágrima furtiva...