lunes, 28 de septiembre de 2009

Y LA CARTA DE SANTIAGO...


Era la segunda lectura de ayer. Un texto durísimo, que debemos reflexionar todos los que formamos parte de esa pequeña parte de nuestro mundo que gozamos de bienestar a pesar de la crisis...Esa pequeña parte que nos hemos enriquecido a costa del tercer mundo y que apartamos la vista ante el cuarto, que vive a nuestro alrededor...

Estas palabras no las ha escrito ningún teólogo de la liberación, ni son el discurso de un comunista. Es el capítulo quinto, versículos uno a seis, de la epístola de Santiago. La segunda epístola que la Iglesia nos proponía en la liturgia de ayer. Ahí lo tenéis:

"Y ahora os toca a los ricos: llorad y gemid por las penas que se os avecinan. Vuestra riqueza está podrida, vuestros vestidos apolillados, vuestra plata y oro corroídos; su herrumbre atestigua contra vosotros, consumirá vuestras carnes como el fuego. Atesorasteis para el fin del mundo. El jornal de los obreros, que no pagasteis a los que segaron vuestros campos, alza el grito; el clamor de los segadores ha llegado a los oídos del Señor del universo. Hebéis vivido en la tierra con lujo refinado; habéis cebado vuestros cuerpos para el día de la matanza. Oprimisteis y matasteis al inocente: ¿no os va a resistir Dios?"

3 comentarios:

  1. Que Dios nos perdone.

    Un Beso, Joan.

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  2. Buenos días Joan, acabo de llegar de Marruecos, algo despistada con los textos del día pero "muy al día" con la realidad diaria, impresionada por algunas cosas y avergonzada por otras muchas, así es que la carta de Santiago es como un cierre muy oportuno para este viaje

    Un fuerte abrazo
    Sqoui

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  3. Y qué son al final las riquezas materiales que igual que se vienen se van...
    Pobres de aquellos que tuvieron todo en sus manos pero sus almas vacías...
    Como alguien dijo alguna vez: mide tus riquezas por las cosas que jamás cambiarías por dinero...
    Quizás el mundo sería otra cosa si en lugar de dar "bombo" a la crisis económica mundial, abriéramos nuestros ojos para dentro y solucionáramos nuestras crisis de valores...

    Ahí tocaste un punto que me llega...
    Un abrazo Joan,
    marta

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