viernes, 18 de octubre de 2019

DEJARSE GUIAR POR EL ESPÍRITU


"Os digo que si alguien se declara a favor mío delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a favor suyo delante de los ángeles de Dios; pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. 
Dios perdonará incluso a aquel que diga algo contra el Hijo del hombre, pero no perdonará al que con sus palabras ofenda al Espíritu Santo. 
Cuando os lleven a las sinagogas o ante los jueces y las autoridades, no os preocupéis por cómo tenéis que defenderos o qué tenéis que decir; porque en el momento en que hayáis de hablar, el Espíritu Santo os enseñará lo que habéis de decir."

Jesús nos dice que el Espíritu Santo nos ayuda. Ese Espíritu que nos dejó antes de la Ascensión y que en Pentecostés bajó sobre sus discípulos. Hay que dejarse guiar por el Espíritu, pero para ello debemos escucharlo. Nuestra sociedad de ruido y falta de interioridad no nos ayuda a hacerlo. Ese Espíritu anida en nuestro interior, pero nosotros, desgraciadamente, vivimos hacia el exterior. Son los momentos de interioridad los que nos permitirán dejarnos guiar por el Espíritu.
"La fe es una experiencia de certeza profunda que nos hace vivir con la confianza serena de que Dios nunca nos abandona en ningún momento de la vida. Tal experiencia muchas veces puede ser puesta en contradicción por adversidades, desgracias, dudas, dolor, violencias, injusticias que hacen debilitar la fe. Sería muy fácil creer en Dios si la vida fuera fácil. Por eso necesitamos hacer crecer y madurar nuestra fe, con ayuda del Espíritu Santo que obra en nosotros, ejercitando el discernimiento personal y en comunidad, fortaleciendo las razones de nuestra opción ética fundamental a favor del bien, la verdad y la justicia, afianzando la paciencia y la compasión con las personas que nos rodean. Cuando la fe crece echa raíces en nuestra inteligencia y en nuestra voluntad y nos hace ser capaces de afrontar la vida con sencillez y valentía, alegría y gratitud, porque reconocemos en lo grande y en lo pequeño de las cosas cotidianas de cada día la tierna presencia y obra de Dios. ¿Cómo describirías tu propia experiencia de fe?" (Koinonía) 


1 comentario:

  1. "Os digo que si alguien se declara a favor mío delante de los hombres, también el Hijo del hombre se declarará a favor suyo delante de los ángeles de Dios; pero el que me niegue delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.
    Dios perdonará incluso a aquel que diga algo contra el Hijo del hombre, pero no perdonará al que con sus palabras ofenda al Espíritu Santo......."

    La fe es una experiencia de certeza profunda que nos hace vivir con la confianza serena de que Dios nunca nos abandona en ningún momento de la vida. Tal experiencia muchas veces puede ser puesta en contradicción por adversidades, desgracias, dudas, dolor, violencias, injusticias que hacen debilitar la fe. Sería muy fácil creer en Dios si la vida fuera fácil. Por eso necesitamos hacer crecer y madurar nuestra fe, con ayuda del Espíritu Santo que obra en nosotros, ejercitando el discernimiento personal y en comunidad, fortaleciendo las razones de nuestra opción ética fundamental a favor del bien, la verdad y la justicia, afianzando la paciencia y la compasión con las personas que nos rodean.

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