"Por aquel mismo tiempo fueron unos a ver a Jesús, y le contaron lo que Pilato había hecho: sus soldados mataron a unos galileos cuando estaban ofreciendo sacrificios, y la sangre de esos galileos se mezcló con la sangre de los animales que sacrificaban.
Jesús les dijo:
- ¿Pensáis que aquellos galileos murieron así por ser más pecadores que los demás galileos? Os digo que no, y que si vosotros no os volvéis a Dios, también moriréis. ¿O creéis que aquellos dieciocho que murieron cuando la torre de Siloé les cayó encima, eran más culpables que los demás que vivían en Jerusalén? Os digo que no, y que si vosotros no os volvéis a Dios, también moriréis.
Jesús les contó esta parábola:
- Un hombre había plantado una higuera en su viña, pero cuando fue a ver si tenía higos no encontró ninguno. Así que dijo al hombre que cuidaba la viña: ‘Mira, hace tres años que vengo a esta higuera en busca de fruto, pero nunca lo encuentro. Córtala. ¿Para qué ha de ocupar terreno inútilmente?’ Pero el que cuidaba la viña le contestó: ‘Señor, déjala todavía este año. Cavaré la tierra a su alrededor y le echaré abono. Con eso, tal vez dé fruto; y si no, ya la cortarás.’"
Si no damos frutos, somos estériles como la higuera. Frutos de justicia y solidaridad. Frutos de amor a los más necesitados, a los olvidados, a los perseguidos. Todo los demás es hojarasca. Jesús nos abona y cava a nuestro alrededor. Debemos escuchar su Palabra y ponerla en práctica.
"Todo el recorrido que hicimos esta semana con la Palabra de Dios culmina hoy con la proclamación del triunfo definitivo de la vida sobre la muerte en Cristo Jesús, obrando en la vida del creyente que ha renunciado al señorío del mal y del egoísmo en su vida. San Pablo llama a esta nueva realidad la ley del Espíritu que habita en aquellos que creen en Jesús y le siguen. Y seguirle es ante todo ir al encuentro del hermano necesitado, donde Dios está presente. Se trata nada menos que de la fuerza que levantó al Resucitado del sepulcro y que ahora habita en nosotros, confirmándonos en un estilo de vida que se plasma en relaciones humanas al servicio de la justicia en el mundo. El creyente que ha optado por la justicia de Dios es como la higuera plantada en la viña del Señor y que su fe se manifiesta en frutos de justicia. ¿En qué obras de justicia puedo reconocer la ley del Espíritu obrando a través de mí?" (Koinonía)
"Todo el recorrido que hicimos esta semana con la Palabra de Dios culmina hoy con la proclamación del triunfo definitivo de la vida sobre la muerte en Cristo Jesús, obrando en la vida del creyente que ha renunciado al señorío del mal y del egoísmo en su vida. San Pablo llama a esta nueva realidad la ley del Espíritu que habita en aquellos que creen en Jesús y le siguen. Y seguirle es ante todo ir al encuentro del hermano necesitado, donde Dios está presente. Se trata nada menos que de la fuerza que levantó al Resucitado del sepulcro y que ahora habita en nosotros, confirmándonos en un estilo de vida que se plasma en relaciones humanas al servicio de la justicia en el mundo. El creyente que ha optado por la justicia de Dios es como la higuera plantada en la viña del Señor y que su fe se manifiesta en frutos de justicia. ¿En qué obras de justicia puedo reconocer la ley del Espíritu obrando a través de mí?" (Koinonía)
"......- Penseu que aquells galileus van morir així perquè eren més pecadors que tots els altres galileus? Us dic que no, i que si vosaltres no us torneu a Déu, també morireu.
ResponderEliminarJesús els va explicar aquesta paràbola:
- Un home havia plantat una figuera a la vinya, però quan va anar a veure si tenia figues no va trobar cap. Així que va dir a l'home que cuidava la vinya: 'Mira, fa tres anys que vinc a aquesta figuera a la recerca de fruit, però mai el trobo. Talla-. ¿Per què ha d'ocupar terreny inútilment? ' Però el que tenia cura la vinya li va contestar: 'Senyor, deixa-la encara aquest any. Cavaré la terra al seu voltant i hi tiraré abonament. Amb això, potser doni fruit; i si no, ja la tallar..."
Es tracta ni més ni menys que de la força que aixecar el Ressuscitat del sepulcre i que ara habita en nosaltres, confirmant en un estil de vida que es plasma en relacions humanes al servei de la justícia en el món. el creient que ha optat per la justícia de Déu és com la figuera a la vinya del Senyor i que la seva fe es manifesta en fruits de justícia.