A causa de una tormenta de arena, ambos solitarios estaban refugiados en la cueva del Anacoreta.
Entonces dijo:
- Si todos tocáramos el mismo instrumento, el mundo sería muy aburrido.
El discípulo pensó que el Anacoreta, a veces, decía cosas muy raras. Además, en la cueva no había ningún instrumento musical.
- Es más - prosiguió el Anacoreta - pretenden que todos toquemos la misma nota. ¡Menudo dolor de cabeza!
El discípulo seguía interrogando con la mirada a su Maestro.
- Esto es lo que pretenden los poderosos de este mundo. Y cuando digo "poderosos" me refiero a todos: los que tienen el poder económico; los que tienen el poder religioso; los que tienen el poder político...Para ellos el ideal sería que todo el mundo tuviera un pensamiento único, las mismas reacciones, los mismos gustos y siguieran como corderos sus indicaciones.
Se detuvo un momento y añadió:
- La vida debería ser una sinfonía. Instrumentos diversos y notas diferentes que, entre todos, formáramos una bella melodía. ¿Te imaginas que el violín pretendiera que todos han de ser violines?... Y eso no es relativismo. Cada instrumento es importante y cada músico ha de amar el instrumento que toca. ¿Sabes cuál es el problema?
El discípulo no supo qué responder.
- Que todos aceptemos al mismo director de orquesta. Si descubriéramos a Dios, al Uno, al Trascendente..., no importa cómo lo llamemos cada uno de nosotros, podríamos tocar todos juntos la Gran Sinfonía de la Vida...
Y el Anacoreta volvió a guardar silencio...
Unitat-Diversitat, Molt encomiable el pensament obert, no únic... però amb una gran dosi d'equilibri i prudència. tot alhora... Gràcies
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