Mientras el Anacoreta vigilaba las acelgas que se cocían en el caldero le dijo al discípulo:
- La mayoría de las personas que vienen aquí en busca de su meta, si se hubiesen quedado donde estaban, si hubiesen hecho una parada en su vida cotidiana...se habrían evitado el viaje.
Destapó la olla, dio unas vueltas a las acelgas y prosiguió:
- Les pasa como a aquel señor que estaba en una parada de autobús. Pasaban autobuses con sus letreros indicando su destino: Rioseco, Riofrío, Riosucio, Riorojo...pero el de Riogrande, que era su destino, no pasaba. Cansado ya de esperar, preguntó a la gente que hacía cola: '¿Alguien sabe cuándo pasa el autobús para Riogrande?'. Lo miraron extrañados y le dijeron: 'Perdone. Esta es la parada de Riogrande. Usted ya está en Riogrande'.
Miró al discípulo que reía y añadió:
- Contemplar deteniéndose, es darse cuenta de que ya estamos en nuestra meta. Porque de lo que se trata no es de ir hacia la meta, sino dejarse alcanzar por ella...
Y retiró la olla de acelgas del fuego, porque ya estaban cocidas...
"...Y retiró la olla de acelgas...estaban cocidas..."
ResponderEliminar(El solitario Anacoreta i el discípulo, clar!)
gràcies JJT i deixeble...