Era un hombre muy activo, apostólico...nunca paraba. Por eso le echó en cara al Anacoreta, de qué le servía perder el tiempo en la Contemplación, cuando había tanto que hacer en la Viña del Señor.
No contestó inmediatamente el Solitario. Al cabo de un rato dijo:
- No creas que la verdadera meditación sea pasiva. En realidad nos da lucidez y nos hace salir hacia
el otro liberadoramente.
Hizo una larga pausa y añadió:
- ¿Cuántas veces en tus acciones te has dado cuenta a medio camino que ibas en dirección equivocada? Mira, la Contemplación verdadera te permite ocho cosas:
. Ver adecuadamente. Mirar al mundo y a las cosas sin prejuicios, tal cual son...
. Hablar adecuadamente. Sin mentir, ni injuriar, ni insultar, ni exagerar.
. Pensar adecuadamente. Nos libra de nuestro pensar dominador y manipulador. Hace que no nos centremos en el yo.
. Actuar adecuadamente. Sin oprimir, ni ofender, ni manipular...
. Vivir adecuadamente. Dando a las cosas el valor real que tienen. Sin acumular.
. Esfuerzo adecuado. En aquello que vale realmente la pena. En ser cada día mejores, más Humanos...
. Atención adecuada. En vez de dispersarnos, nos conducirá a vivir el momento presente. A descubrir lo bello del instante.
. Concentración adecuada. Dejarse penetrar por lo importante, por Dios y dejar todo lo accesorio.
Aquel hombre marchó pensativo a su casa. Y el discípulo preguntó a su maestro:
- ¿De dónde has sacado esos ocho puntos tan sabios? Me suenan, pero no acabo de saber de qué.
Rio el Anacoreta y respondió:
- Hijo mío. Es el óctuple camino del budismo...
Y viendo la cara de escándalo del joven, añadió:
- ¡Ay! ¿Por qué no nos fijamos en aquello que nos une y no en las diferencias?
Y viendo la cara de escándalo del joven, añadió:
- ¡Ay! ¿Por qué no nos fijamos en aquello que nos une y no en las diferencias?
Y se retiró a su cueva a meditar...
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