Trenzaban hojas de palmera para fabricar un cesto. El Anacoreta dijo:
- Fabricar cestos es cuestión de paciencia. En nuestra sociedad hemos perdido la paciencia, la capacidad de aguardar. En realidad la paciencia es la esperanza.
Siguieron trenzando.
- Una amiga mía me dijo un día que la Esperanza no existía. Que esperar era un error. Y yo me pregunto, ¿cómo podemos vivir sin esperar? El poder esperar a pesar de todo, aunque el sufrimiento nos abrume, es nuestra última posibilidad de vivir y de hacerlo con dignidad.
Miró al discípulo y añadió:
- Aunque no logremos el objetivo, el esperar ya vale la pena porque nos ha permitido luchar. Ya lo decía Kavafis en el "Viaje a Ítaca". El fin del viaje es Ítaca, pero lo importante es, que en el viaje, con tantas experiencias, nos hemos enriquecido. La esperanza es ese viaje. Porque la esperanza verdadera es activa.
Y siguió trenzando el cesto, que por cierto, le salía bastante mal....
Aunque no logremos el objetivo, el esperar ya vale la pena porque nos ha permitido luchar. Ya lo decía Kavafis en el "Viaje a Ítaca". El fin del viaje es Ítaca, pero lo importante es, que en el viaje, con tantas experiencias, nos hemos enriquecido. La esperanza es ese viaje. Porque la esperanza verdadera es activa.
ResponderEliminarY siguió trenzando el cesto, que por cierto, le salía bastante mal....