En aquel tiempo, mientras hablaba a las turbas, una mujer de entre el gentío levantó la voz diciendo: "¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!" Pero él repuso: "Mejor: ¡Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen!"
María es la Madre de Jesús, pero su dicha se debe sobre todo a que escuchó la Palabra y la guardó en su corazón. Esa es la dicha del verdadero cristiano y María nuestro modelo.
"Nuestra vida cristiana se alimenta de la escucha la Palabra de Dios y de su puesta en práctica. Necesitamos confrontar constantemente la propia vida con el proyecto de Dios y dejarnos transformar. Cuando dejamos que Dios ocupe un lugar importante en nuestras vidas comenzamos a disfrutar de la auténtica libertad de los hijos e hijas de Dios. Para Pablo quien se reviste de Cristo, vive de la universalidad del amor sin distinción de raza, cultura, orientación sexual, condición de vida… Todos dignificados y liberados por Cristo, formamos la comunidad de hijos e hijas de Dios. La Palabra de hoy nos invita, como María, a guardar la Palabra en el corazón, meditarla y hacerla vida, en un proceso constante de conversión. A la luz de estas lecturas convendría preguntarnos respecto a nuestra propia realidad: ¿nos esforzamos en creer lo que leemos, en enseñar lo que creemos y en vivir lo que enseñamos? ¿O la Palabra de Dios es simplemente un relato bonito que no afecta nuestras vidas? "
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