"Cuando ya habían comido, Jesús preguntó a Simón Pedro:
– Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?
Pedro le contestó:
– Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
– Apacienta mis corderos.
Volvió a preguntarle:
– Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
Pedro le contestó:
– Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
– Apacienta mis ovejas.
Por tercera vez le preguntó:
– Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
Pedro, entristecido porque Jesús le preguntaba por tercera vez si le quería, le contestó:
– Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero.
Jesús le dijo:
– Apacienta mis ovejas.
Te aseguro que cuando eras más joven te
vestías para ir a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los
brazos y otro te vestirá y te llevará a donde no quieras ir.
Al decir esto, Jesús estaba dando a entender de qué manera Pedro había de morir, y cómo iba a glorificar a Dios con su muerte. Después le dijo:
– ¡Sígueme!"
Lo que Jesús dice a Pedro, se lo dice a todos los que quieren apacentar sus ovejas. Esto no se hace con autoridad, ni con fuerza. Se hace con amor. Es el amor a Jesús el que nos da la posibilidad de apacentar sus ovejas. Por eso le pregunta tres veces si le ama. Por eso nos lo pregunta cada día. Nuestra respuesta será sí, si amamos a nuestro prójimo.
Pero apacentar no es fácil. Amar día a día no es fácil. Puede suponer incluso la muerte. Pero esa es la condición para seguir a Jesús. Seguirlo hasta la muerte.
Apaivagar els desitjos, cercar l'interior, obeïr l'esperit que diu Abba...Papa... si, tot amb anor Jesús. Gràcies.
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