"No juzguéis a nadie, para que Dios no os juzgue a vosotros.
Pues Dios os juzgará de la misma manera que
vosotros juzguéis a los demás; y con la misma medida con que midáis,
Dios os medirá a vosotros.
¿Por qué miras la paja que tu hermano tiene en su ojo y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo?
Y si tú tienes un tronco en el tuyo, ¿cómo podrás decirle a tu hermano: ‘Déjame sacarte la paja que tienes en el ojo’¡
¡Hipócrita!, sácate primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien para sacar la paja del ojo de tu hermano."
Jesús nos pide que no juzguemos. Sin embargo, nos pasamos la vida haciendo juicios. Basta que nos paseemos por internet o por ciertas cadenas de televisión. La palabra presunto ha desaparecido de nuestro vocabulario. Para nosotros todos son culpables.
No se trata de aceptarlo y excusarlo todo. Pero una cosa son los hechos, que objetivamente son buenos o malos, y otra la persona que los hace; sus motivos, las circunstancias que le han llevado a actuar así.
Jesús nos lo dice con claridad: No juzguéis a nadie y no seréis juzgados. Y nos advierte: con la misma medida que midáis se os medirá a vosotros. Sólo hay una cosa que debemos hacer sin medida: amar.
Només una cosa sense judicar: estimar. Gràcies Pare Nostre
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