"Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo:
– ¡Paz a vosotros!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor.
Luego Jesús dijo de nuevo:
– ¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros.
Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió:
– Recibid el Espíritu Santo.
A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar."
La liturgia de hoy nos presenta dos narraciones de Pentecostés. La primera, de los Hechos de los Apóstoles, con la bajada del Espíritu en forma de lenguas de fuego, es la que ha generado la iconografía habitual.
El evangelio de Juan, nos muestra a los apóstoles reunidos, llenos de miedo. Aquí es el mismo Jesús el que se les aparece y les da tres cosas:
. La paz. Si en nuestra vida espiritual no hay paz, es que estamos lejos de Jesús. Los apóstoles pierden inmediatamente el miedo y se alegran.
. Una misión. Los envía. La palabra misionero significa enviado. Al igual que Él ha sido la Palabra del Padre, quiere que nosotros seamos su Palabra. Una religión que nos encierra en nosotros mismos, no es la de Jesús.
. El Espíritu Santo. Se lo había prometido en la Última Cena. Jesús nos da su Espíritu. Y nosotros debemos dejarnos mover por ese Espíritu. Si actuamos al margen de Él, por fantásticas que nos parezcan las cosas que hacemos, no funcionaran. Un Espíritu que es Amor y es Vida. Las dos imágenes del Espíritu, a parte de la paloma, son el fuego y el agua. El fuego del Amor y el agua imprescindible para que exista la Vida.
Si a nuestro alrededor no aumenta el Amor y se produce la Vida, por horas que pasemos rezando, por mil ceremonias que realizamos, el Espíritu está lejos de nosotros. Y sin Él no podemos funcionar.
El evangelio de Juan, nos muestra a los apóstoles reunidos, llenos de miedo. Aquí es el mismo Jesús el que se les aparece y les da tres cosas:
. La paz. Si en nuestra vida espiritual no hay paz, es que estamos lejos de Jesús. Los apóstoles pierden inmediatamente el miedo y se alegran.
. Una misión. Los envía. La palabra misionero significa enviado. Al igual que Él ha sido la Palabra del Padre, quiere que nosotros seamos su Palabra. Una religión que nos encierra en nosotros mismos, no es la de Jesús.
. El Espíritu Santo. Se lo había prometido en la Última Cena. Jesús nos da su Espíritu. Y nosotros debemos dejarnos mover por ese Espíritu. Si actuamos al margen de Él, por fantásticas que nos parezcan las cosas que hacemos, no funcionaran. Un Espíritu que es Amor y es Vida. Las dos imágenes del Espíritu, a parte de la paloma, son el fuego y el agua. El fuego del Amor y el agua imprescindible para que exista la Vida.
Si a nuestro alrededor no aumenta el Amor y se produce la Vida, por horas que pasemos rezando, por mil ceremonias que realizamos, el Espíritu está lejos de nosotros. Y sin Él no podemos funcionar.
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