"Mi mandamiento es este: Que os améis unos a otros como yo os he amado. No hay amor más grande que el que a uno le lleva a dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; os llamo amigos, porque os he dado a conocer todo lo que mi Padre me ha dicho. Vosotros no me escogisteis a mí, sino que yo os he escogido a vosotros y os he encargado que vayáis y deis mucho fruto, y que ese fruto permanezca. Así el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre. Esto es, pues, lo que os mando: Que os améis unos a otros."
Este evangelio, continuación del de ayer, no requiere que añadamos muchas palabras. Para Jesús lo importante es el Amor. Y el mandato que nos da, es el de amarnos totalmente. Hasta ser capaces de dar nuestra vida por los demás. Él, con su ejemplo, nos señaló el camino.
"La continuidad del evangelio reafirma el mandamiento del amor. El maestro de Nazaret sigue explicando en qué consiste la pertenencia de la comunidad discipular a lo esencial de la Alianza con Dios: concretar la liberación de toda opresión, practicar la justicia y vivir según el derecho y querer divinos. Las metáforas y comparaciones del relato pasan a un segundo plano, para colocar al lector ante la realidad más profunda del mensaje evangélico: el amor. Siendo este don, proceso y realidad que nos hace trascender la condición que nos constituye, humanizándonos. El amor de Dios es una realidad concreta con la cual Él revela su relación visceral y enteramente existencial con toda persona: brota de las profundidades humanas, lleno de ternura, cuidado, compasión y misericordia (Cf. Misericordiae Vultus). El Dios de Jesús está enteramente “desquiciado” de amor por la humanidad. De hecho, ahí donde Dios se mostró amoroso, se mostró vulnerable. ¿Estamos dispuestos, personal y eclesialmente, a aceptar este Dios? ¿Nuestra conciencia egoíca no nos permite transformar la vida desde las entrañas de Dios?" (Koinonía)
"El meu manament és aquest: que us estimeu els uns als altres com jo us he estimat. No hi ha amor més gran que el que a un li porta a donar la vida pels seus amics. Vosaltres sou els meus amics, si feu el que us comandament. ja no us dic servents, perquè el servent no sap què fa el seu amo; us he dit amics, perquè us he fet conèixer tot el que el meu Pare m'ha dit. Vosaltres no em vau escollir a mi, sinó que jo us he escollit a vosaltres i us he encarregat que aneu i donar fruit, i un fruit romangui. Així el Pare us donarà tot el que li demaneu en el meu nom. Això és, doncs, el que us mano: que us estimeu els uns als altres. " El Déu de Jesús està enterament "trasbalsat" d'amor per la humanitat. De fet, allà on Déu es va mostrar amorós, es va mostrar vulnerable. Estem disposats, personal i eclesialment, a acceptar aquest Déu? ¿La nostra consciència egoica no ens permet transformar la vida des de les entranyes de Déu? "(Koinonia)
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