"Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. Si uno de mis sarmientos no da fruto, lo corta; pero si da fruto, lo poda y lo limpia para que dé más. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado. Seguid unidos a mí como yo sigo unido a vosotros. Un sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no está unido a la vid. De igual manera, vosotros no podéis dar fruto si no permanecéis unidos a mí.
Yo soy la vid y vosotros sois los sarmientos. El que permanece unido a mí y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí nada podéis hacer. El que no permanece unido a mí será echado fuera, y se secará como los sarmientos que se recogen y se queman en el fuego.
Si permanecéis unidos a mí, y si sois fieles a mis enseñanzas, pedid lo que queráis y se os dará. Mi Padre recibe honor cuando vosotros dais mucho fruto y llegáis así a ser verdaderos discípulos míos."
La viña y los sarmientos. Todos formamos uno con Jesús. Él es quien nos da la savia de la vida. El Padre es quien nos cuida y nos despoja de todo lo inútil que nos impide crecer.
Debemos dar mucho fruto. Es la manera de ser verdaderamente sus discípulos.
"El relato de hoy está incluido en el extenso discurso de despedida (Caps. 13–17) que la comunidad pone en boca de Jesús, después de la cena. Jesús se inspira en la vida de un campesino judío para expresar realidades profundas: la “Vid” pertenece al imaginario comunitario de Israel como una metáfora que expresa su identidad «como pueblo de la Alianza». Jesús propone una nueva experiencia de Dios que rompa con la mentalidad mercantil y retributiva, y que se constituya en una relación permeada por la práctica de la liberación y de la justicia, que reclama la construcción del reino; como una realidad que habla de nuestras relaciones, no de nuestras ideas o creencias religiosas. Por una parte, en el «reino», las relaciones se miden por la manera de vivir solidaridades recíprocas; por otra parte, desde allí se invita a asumir un modo filial para tratar a Dios, posibilitador de la vida en plenitud, y de tratar a los otros con lazos de humanidad. ¿Sostenemos una relación de Alianza con Dios?" (Koinonía)
Debemos dar mucho fruto. Es la manera de ser verdaderamente sus discípulos.
"El relato de hoy está incluido en el extenso discurso de despedida (Caps. 13–17) que la comunidad pone en boca de Jesús, después de la cena. Jesús se inspira en la vida de un campesino judío para expresar realidades profundas: la “Vid” pertenece al imaginario comunitario de Israel como una metáfora que expresa su identidad «como pueblo de la Alianza». Jesús propone una nueva experiencia de Dios que rompa con la mentalidad mercantil y retributiva, y que se constituya en una relación permeada por la práctica de la liberación y de la justicia, que reclama la construcción del reino; como una realidad que habla de nuestras relaciones, no de nuestras ideas o creencias religiosas. Por una parte, en el «reino», las relaciones se miden por la manera de vivir solidaridades recíprocas; por otra parte, desde allí se invita a asumir un modo filial para tratar a Dios, posibilitador de la vida en plenitud, y de tratar a los otros con lazos de humanidad. ¿Sostenemos una relación de Alianza con Dios?" (Koinonía)
Yo soy la vid y vosotros sois los sarmientos. El que permanece unido a mí y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí nada podéis hacer. El que no permanece unido a mí será echado fuera, y se secará como los sarmientos que se recogen y se queman en el fuego.
ResponderEliminarSi permanecéis unidos a mí, y si sois fieles a mis enseñanzas, pedid lo que queráis y se os dará. Mi Padre recibe honor cuando vosotros dais mucho fruto y llegáis así a ser verdaderos discípulos míos."
La viña y los sarmientos. Todos formamos uno con Jesús. Él es quien nos da la savia de la vida. El Padre es quien nos cuida y nos despoja de todo lo inútil que nos impide crecer.
Debemos dar mucho fruto. Es la manera de ser verdaderamente sus discípulos.