"Al llegar la noche, los discípulos de Jesús bajaron al lago, subieron a una barca y comenzaron a cruzarlo en dirección a Cafarnaún. Era completamente de noche, y Jesús todavía no había regresado. En esto se levantó un fuerte viento que alborotó el lago. Ellos, cuando ya habían recorrido unos cinco o seis kilómetros, vieron a Jesús que se acercaba a la barca andando sobre el agua y se llenaron de miedo. Él les dijo:
– ¡Soy yo, no tengáis miedo!
Entonces quisieron recibirle en la barca, y en un momento llegaron a la orilla adonde iban".
Jesús se acerca a los discípulos caminando sobre el agua. Ellos no lo reconocen. Es de noche y el mar está alborotado. Es Jesús el que se da a conocer. Cuando quieren recibirlo en la barca, ya están en tierra firme y segura.
Nos cuesta reconocer a Jesús en la vida. Muchas cosas nos distraen y es Él el que se nos acerca. Junto a Él no debemos tener miedo. Cuando lo recibimos, desaparecen todos los peligros. ¿Por qué nos cuesta tanto acogerle y confiar en Él?
Jesús se acerca a los discípulos caminando sobre el agua. Ellos no lo reconocen. Es de noche y el mar está alborotado. Es Jesús el que se da a conocer. Cuando quieren recibirlo en la barca, ya están en tierra firme y segura.
Nos cuesta reconocer a Jesús en la vida. Muchas cosas nos distraen y es Él el que se nos acerca. Junto a Él no debemos tener miedo. Cuando lo recibimos, desaparecen todos los peligros. ¿Por qué nos cuesta tanto acogerle y confiar en Él?
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