"– ¿Y qué señal puedes darnos – le preguntaron – para que, al verla, te creamos? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: ‘Dios les dio a comer pan del cielo.’
Jesús les contestó:
– Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. ¡Mi Padre es quien os da el verdadero pan del cielo! Porque el pan que Dios da es aquel que ha bajado del cielo y da vida al mundo.
Ellos le pidieron:
– Señor, danos siempre ese pan.
Y Jesús les dijo:
– Yo soy el pan que da vida. El que viene a mí, nunca más tendrá hambre, y el que en mí cree, nunca más tendrá sed."
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Pedimos señales, certezas. Hacemos ceremonias, ritos...Y olvidamos, que el verdadero alimento, el único alimento es Jesús mismo. Seguirlo nos hace plenamente cristianos y humanos. Seguirlo es no tener más hambre ni sed, porque Él nos da la Vida plena.
"Jesús, con la fórmula «Yo soy», identifica su quehacer liberador con el pan de la vida. Él es la norma para el creyente, y no las “creencias” y “prácticas” que falsean la auténtica identidad, misión y destino. Desde esta clave, el Evangelio, revela una hondura significativa que aún estamos por descubrir. El reproche que las primitivas comunidades cristianas ponen en boca de Jesús posee una finalidad existencial ineludible: despertarnos de nuestros engaños y de nuestra propia imposibilidad de abrirnos a la plenitud de lo que somos y a la vocación a la que estamos llamados. Este es el querer de Dios: que descubramos lo que somos; tarea que se expresa en el reconocimiento y en la encarnación en nuestra vida, de la persona del evangelio. Si el «Yo soy» en el Evangelio de Juan es la manifestación suprema de la conciencia, acción y responsabilidad de lo que era Jesús, nosotros debemos descubrir lo profundamente humanos que podemos ser, al igual que Jesús. ¿Caemos en la cuenta las veces que falseamos, personal y comunitariamente, la identidad del Maestro y la nuestra?" (Koinonía)
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martes, 7 de mayo de 2019
"YO SOY EL PAN DE VIDA"
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i el «Yo soy» en el Evangelio de Juan es la manifestación suprema de la conciencia, acción y responsabilidad de lo que era Jesús, nosotros debemos descubrir lo profundamente humanos que podemos ser, al igual que Jesús.
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