El joven seguidor se extrañaba de la gente que visitaba al Anacoreta. Prostitutas, delincuentes, ateos...Y así se lo hizo saber al anciano. Este, sonriendo abiertamente, le dijo:
- ¿Has meditado el evangelio de hoy? Los fariseos se escandalizaban de que Jesús comiera con publicanos y pecadores, Y ¿Qué les respondió Él?
El joven respondió:
- No son los sanos los que necesitan el médico, sino los enfermos
- Sí - y el Anacoreta añadió - y además les dijo que meditaran las palabras : "quiero amor y no sacrificios". Añadió que había venido a llamar a los pecadores, no a los justos.
Ambos quedaron un rato pensativos, en silencio. Luego el anciano concluyó:
- Podríamos hablar horas enteras sobre este evangelio. Pero quiero que te quedes con algunas cosas claras: a veces, aquel que nos parece malo, es simplemente alguien al que le falta amor. Amarlo es la forma de hacerle cambiar. Debemos acercarnos a aquellos que verdaderamente nos necesitan. Las "malas compañías" son sencillamente las ovejas perdidas que necesitan nuestro amor. Y Jesús fue más allá; llamó como apóstol a Mateo, un cobrador de impuestos odiado por todos y que, como hacían los cobradores de impuestos de Israel, abusaban de su situación. Y la elección no le salió nada mal...
Y la elección no le salió nada mal...
ResponderEliminarcaram amb les frases amb punts suspensius.... caram...
Es triste ver que hoy en día, reunirse con quienes necesitan de Dios es toda una odisea; la comodida de las redes, la comodidad de hacer lo mismo con los mismos...las excusas, el facilismo; nos aleja del Evangelio, de predicarlo y vivirlo.
ResponderEliminarGràcies, crec que tens molta raó...som "hàbits repetitius" fruits "digitals" i no mentals...imagino m'explico...
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