En aquel tiempo, Jesús llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: "No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca.
"Este Jesús que ha experimentado la situación que vive el pueblo, como ovejas sin pastor, organiza un movimiento de discípulos a quienes les da el título de apóstoles. Le interesa hacerlo con una gran fuerza simbólica, recuperando la memoria de lo mejor de la historia de su pueblo, cuando liberado de la esclavitud de Egipto se organizó en doce tribus unidas en alianza para repartir la tierra y celebrar juntos la liberación del Dios del Éxodo. Por eso ahora escoge a doce discípulos porque desea organizar una nueva alianza, ya no de sangre o de raza, o de ideas nacionalistas, sino como un germen de una humanidad nueva para expulsar los espíritus inmundos, las mentiras de los sistemas idolátricos del mundo y para ir curando dolencias. Los va nombrando de dos en dos, para indicar que deben trabajar en equipo. Sin protagonismos excluyentes. Son escogidos del pueblo mismo. No necesitan credenciales especiales, o títulos universitarios, solo necesitan vivir la vida alternativa del evangelio que anuncia Jesús." (Koinonía)
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