En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: "Acláranos la parábola de la cizaña en el campo." Él les contestó: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga."
"Cuando un maestro en su clase adelanta al grupo las respuestas del examen final, todos están en capacidad para sacar buenas calificaciones. Algo parecido ocurre con las parábolas, ellas nos dan la respuesta por anticipado. Entonces, si sabemos que en el juicio final los Justos brillarán como el sol, nuestra vida debe tener como norte la justicia. A esto hace referencia el texto de hoy.
Nuestra vida se debate entre el bien y el mal, el trigo y la cizaña. Todos estamos dentro del mismo universo, las opciones las tenemos que hacer nosotros. El texto dice que habrá un momento final para el mundo: “la cosecha”. Ese día el que nos va a juzgar será sólo a Dios. Ni los ángeles tienen potestad. Ellos sólo serán enviados a recoger… En caso de una mala opción, para nosotros sí será el llanto y el crujir de dientes. Entonces, si ya sabemos cuál será el examen final en el Reino de los cielos ¿Cómo tendría que ser nuestra vida desde ahora?" (koinonía)
No hay comentarios:
Publicar un comentario