martes, 8 de noviembre de 2022

CUMPLIMOS NUESTRO DEBER

 


En aquel tiempo dijo el Señor: "Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame la cena, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.""

Nos creemos con grandes méritos, cuando lo único que hacemos es cumplir con nuestro deber. Todo lo que Dios nos da es gratuito. No podemos exigir nada por lo que nosotros hacemos. No es nada al lado de la entrega total de Jesús.

"Hace unos años, un hombre de 27 años, Raphael Samuel, demandó a sus padres por haberle dado a luz sin su consentimiento. Creía que tenía derecho a no nacer. En definitiva, se trata de reclamar los propios derechos, incluso cuando las reclamaciones son un insulto a la inteligencia. Pero, ¿no hacemos nosotros reclamaciones similares, si no las mismas, ante Dios? Es como si Dios nos debiera algo. Pedro preguntó a Jesús: "Lo hemos dejado todo por ti; ¿qué nos toca?". Santiago y Juan reclamaron el derecho a sentarse a su derecha y a su izquierda. Olvidamos convenientemente que, en esencia, somos criaturas y somos nosotros quienes le debemos a Dios. Si Dios nos ha elevado a la categoría de hijos e hijas suyos, es un acto de pura gracia. Como anuncia deliciosamente Pablo: "Ahora ha aparecido la gracia de Dios". Esta gracia no la merecemos, sino que se nos da generosamente." (Ciudad Redonda)


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