jueves, 3 de noviembre de 2022

OVEJAS Y MONEDAS PERDIDAS


 
En aquel tiempo se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores a escucharle. Y los fariseos y los letrados murmuraban entre ellos: "Ese acoge a los pecadores y come con ellos". Jesús les dijo esta parábola: "Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros muy contento; y al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido". Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.
Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, reúne a las amigas y vecinas para decirles "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido". Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta".

No somos nadie para considerar a los otros pecadores. Para Jesús son ovejas perdidas, monedas extraviadas, a los que hay que dedicar toda la atención. Además, si miramos con sinceridad nuestro interior, veremos que también nosotros somos pecadores. Debemos convertirnos. Así seremos la alegría del Cielo.
  
"Las parábolas de la oveja y la moneda perdida son dos de las más conocidas de los evangelios. Con ellas se insiste en el amor de Dios por toda persona y en la universalidad del mensaje salvífico de Jesús. Pero pocas veces llegamos a preguntarnos: ¿Qué puede decirnos hoy la insistencia del Dios que no da “a nadie” por perdido? Una lectura actual desde la convulsa América Latina donde se pierden vidas cada día por el hambre, la violencia y la desigualdad, plantea una visión nueva de este pasaje. El Dios que sale en búsqueda de la oveja que no está, o de la moneda extraviada, nos recuerda la necesidad de ser “Iglesia en salida”, desafiando y rechazando proféticamente el modelo político-económico que trata a las personas como ‘desechables’ e insiste en la importancia del capital sobre la vida humana. Salir por la ‘oveja perdida’, es salir a construir una sociedad donde abunde pan, techo, salud, educación y alegría. ¿Qué te falta para ser más tolerante e incluyente?" (Koinonía)

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