viernes, 4 de noviembre de 2022

LA ASTUCIA DEL AMOR

 


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido".
El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa". Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo, y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Este respondió: "Cien barriles de aceite". El le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta". Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" El contestó: "Cien fanegas de trigo". Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta". Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz".

Jesús nos pide que seamos astutos para conseguir los valores del Evangelio. Lo somos, o intentamos serlo con las cosas de este mundo. Y la astucia nuestra debe ser el Amor. Actuar en todo momento con Amor. Es decir, desprendernos de todo y entregarnos totalmente.

"La parábola del hombre rico y el mayordomo ha dejado perplejos a muchos cristianos. ¿Recomienda Jesús prácticas deshonestas? Por supuesto que no. Hay que tener en cuenta que los protagonistas de las parábolas de Jesús suelen representar a Dios o al propio Cristo. Sin embargo, en esta parábola, ninguno de los personajes representa a Dios o a Cristo. Tanto el hombre rico como el mayordomo son personas desagradables, cuyas acciones no merecen ser imitadas. Sin embargo, ¡podemos aprender algo de ellos! Jesús utiliza la parábola sólo para enseñar a sus discípulos la astucia con la que la "gente del mundo" aborda sus asuntos mundanos y para reflexionar en voz alta sobre la necesidad de abordar los asuntos celestiales con mayor astucia. Si nos preocupamos tanto por la aceptación en este mundo que hacemos todo lo posible para asegurarla, ¡cuánto más deberíamos preocuparnos por la aceptación en el mundo venidero, y ordenar nuestras vidas en consecuencia!" (Ciudadredonda)

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